Prógolo
Prógolo fue un gato
de edad adulta y tamaño mediano que, una noche, se acercó al portón
de una casa. Su maullido le indicó a los habitantes de la misma que
el felino tenía hambre. Como a ellos les gustaban los gatos y les
pareció hermoso el brillante pelaje color azabache del recién
llegado, le abrieron el portón. El visitante entró a la vivienda y
comió a su gusto; se notaba que le gustaba la compañía humana.
Aunque la pareja dueña de la casa creyó que podrían conservarlo,
con el avanzar de las horas, el gato negro, inquieto, maullaba más y
más para que lo dejaran salir de la casa.
Extrañados por el
comportamiento del huésped nocturno, le abrieron la puerta, pensando
que él pediría que le abrieran el portón también para marcharse.
Sin embargo, el visitante no lo hizo. Se acomodó al frente de la
puerta, en el suelo, para dormir.
Entonces ellos le
prepararon una cajita de cartón, la cual el gato aceptó de buen
grado como su cama. Allí durmió feliz toda la noche y, al llegar
la mañana, pidió que le abrieran el portón para marcharse.
La noche siguiente,
el gato regresó a la casa de la pareja. Ellos tenían un papelito
en el que habían hecho un dibujo precario de un gato y en él habían
anotado el nombre “Prógolo” hacía tiempo. Bromeando, habían
prometido que su siguiente gato se llamaría así. Fue de ese modo
que el gato negro pasó a llamarse Prógolo.
Prógolo era dulce y
cariñoso, pero emitía un característico bufido cuando algo lo
molestaba. Esa era su señal para que le abrieran las puertas. Cuando
salía, se dedicaba a pedir comida en algunas casas a lo largo de la
calle para luego perderse en los tejados. Así pasó alrededor de un
mes.
Una noche, Prógolo
no regresó a la casa. Tampoco apareció su cadáver ni los vecinos
reportaron ningún incidente. Prógolo sencillamente se esfumó de
la misma manera que había llegado al barrio. Por su familiaridad con
los humanos, era posible que estuviera perdido y que por fin hubiera
encontrado el camino de vuelta a su hogar. Todos esperamos que sí.
¡Hasta la vista, Prógolo!
Prógolo inspiró el
relato “La niña, el escritor… y el gato”, que es parte del
libro Segmentos en la vida de un monstruo y otras historias
fantásticas. Puede leer este cuento AQUÍ.
Bueno ojala haya sido así que estaba perdido y regresó a su hogar
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