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John Silver jugando con su hermana mayor |
Un día, un par de niños que fueron al supermercado a hacer las compras se encontraron un gatito bicolor, blanco con negro, caminando penosamente por una cuneta. Al acercarse, descubrieron que al pobre animal, que podía tener unos 5 meses, le faltaba una pata trasera. Los niños, muy tristes, siguieron su camino hasta su casa.
Al llegar a su hogar, le refirieron lo sucedido a sus padres. El padre de familia, normalmente severo y a quien no le gustaban los animales, les dijo: "Vayan, traigan el gato".
Sin dar oportunidad para que su papá se arrepintiera, los dos niños corrieron en busca del gato a quien algo o alguien había mutilado. Sintieron su corazón desfallecer cuando no lo encontraron. Buscaron por otros lugares y por fin lo localizaron, buscando comida entre la basura en una esquina.
Los dos hermanos tomaron al gatito y lo llevaron a su casa. Como a ambos les encantaban los libros y recientemente habían leído
La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, recordaron al carismático pirata de dicha novela: Long John Silver.
Fue así como llamaron al gatito John Silver. El gatito logró sanar su extremidad amputada y vivió una vida feliz, que compartió con los niños muchos años. A pesar de la falta de su extremidad, aprendió a trepar al tejado, como cualquier otro felino.
Cuando se volvió viejo y sintió que ya era tiempo de morir, John Silver, como un orgulloso pirata, subió al tejado y se marchó, para partir de este mundo y navegar por las aguas de otros universos.
John Silver sirvió de inspiración al gato que comparte su nombre y aparece en el cuento "Miedo a los gatos", del libro
Gatohólicos Anónimos.